-¿De qué país viene usted? 

-Soy palestino. 

*Frena intempestivamnte.  -¿Palestino? ¡Nunca he visto un palestino antes!- dice el conductor.

Esa probablemente sea la escena entre un taxista y Elia, con la que más identificado se sienta el público mexicano al ver la más reciente película del director Elia Suleiman.

Y no será la única. Aunque Palestina parezca un país muy distinto, y las noticias que llegan sobre el conflicto que mantiene con Israel y que ha cobrado muchas víctimas mortales y afectado la calidad de vida de los sobrevivientes, no se aleja mucho de la situación de violencia en París, o Nueva York, y el cineasta palestino lo muestra en su filme De repente, el paraíso.

En busca de financiamiento para filmar su nueva cinta y con intenciones de escapar de su país, Elia emprende un viaje a esas dos ciudades distinguidas por el glamour, y se sorprende al caer en cuenta que las armas, el racismo, la violencia, la represión, son también el día a día, aún cuando no están bajo el asedio de la guerra.

Suleiman recorre esos paisajes contradictorios desde el humor en esta cinta que él mismo protagoniza, con la sorpresa siempre en su rostro y apenas unas cuantas líneas de diálogo, la sátira está en cada parte del guión que escribió y ofrece un retrato de la realidad que hipnotiza con la belleza de cada plano.